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La mochila de un peregrino
La mochila peregrino 1920

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Viajar con lo indispensable sería el mejor consejo, pero hacer la mochila de un peregrino es una tarea difícil. Según la época del año que elijamos para hacer el Camino de Santiago tendremos que meter más o menos cosas.

Si prestamos atención a las principales guías y webs, la capacidad de la mochila debería rondar entre los 40 y 50 litros y una vez la llenemos no debe superar el 10% del peso del caminante. Es importante prevenir en la medida de lo posible las sobrecargas o contracturas musculares por exceso de peso. Cuanta menos carga mejor.

Se debe elegir un modelo que contenga costuras fuertes, hombreras acolchadas y un refuerzo lumbar con correas ajustables para la cintura y el pecho. Importante que se pueda regular según la altura de cada usuario. El peso debe descansar sobre la espalda y no tirarnos de los hombros.

Y como el tiempo no siempre acompaña, no olvidarnos de la funda impermeable de nuestra mochila para cubrirla en días de lluvia.

Es muy útil colocar en la parte baja el saco de dormir y la ropa que puede organizarse en bolsas de plástico. Después incluir el neceser y botiquín para dejar la zona más alta para el calzado de repuesto, forro polar y el chubasquero. Los bolsillos los aprovecharemos para las pertenencias más pequeñas que debamos tener siempre a mano como la cartera, gafas…

Cuando la tengamos preparada, es hora de hacer un simulacro y andar con la mochila cargada como si ya estuviéramos haciendo el Camino de Santiago a modo de prueba. Así nos haremos una idea del peso que llevamos por si no nos resultase cómodo. Sólo es justificable una capacidad de más de 50 litros en época de invierno.

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